Negociar es mejor que convencer.
El concepto de negociación nos lleva a pensar en un beneficio compartido, en una serie de ventajas que ambas partes deberán recibir. Cuando intentamos convencer a alguien de algo, pudiera interpretarse de una forma dudosa las ventajas ofrecidas (en el ámbito de negocios). Querer convencer a un cliente nos puede hacer caer en tediosas conversaciones e incluso discusiones, donde la comunicación se torna tensa y el prospecto no verá la hora de que la llamada telefónica se termine. Sin embargo si se propicia un ambiente de intercambio, de búsqueda de soluciones, de asesoría permanente, donde el cliente encuentra respuestas a sus dudas y logra intuir que en el servicio y/o producto que se le esta ofreciendo hay una serie de ventajas que serian favorables para él, no necesitará de que lo obligues a pensar de una determinada forma porque se habrá logrado el enamoramiento por el producto.